Por: Guardabarranco

El 30 de junio de 2018, Nicaragua presenció uno de tantos episodios dolorosos. La “Marcha de las Flores”, convocada para honrar con flores a los jóvenes asesinados durante las protestas de abril, terminó en otra masacre a manos del régimen Ortega-Murillo. Balas contra flores. Represión contra memoria. Siete años después, las víctimas siguen sin justicia y los responsables, sin castigo.

Desde el Movimiento Autónomo 18 de Abril, alzamos nuevamente la voz en este aniversario luctuoso para denunciar la pandemia de impunidad que corroe a Nicaragua. Una impunidad que no es solo jurídica, sino moral, política y social. Porque permitir que el crimen quede sin consecuencia es permitir que se repita. Y en nuestro país, se ha repetido una y otra vez.

La “Marcha de las Flores” no fue un hecho aislado, fue parte de una maquinaria de represión sistemática contra una ciudadanía que se atrevió a exigir democracia, justicia y derechos. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y organizaciones internacionales documentaron ejecuciones extrajudiciales, detenciones arbitrarias, torturas y persecución política. Aun así, no existe ni una sola investigación creíble abierta contra los responsables. El Estado no solo no reconoce su responsabilidad, sino que profundiza su política de terror.

No hay democracia posible donde las víctimas son borradas y los verdugos premiados

Desde este espacio de lucha cívica, rendimos homenaje a cada vida truncada, a cada madre que sigue buscando justicia, a cada estudiante que marchó con una flor y recibió una bala. La impunidad no puede seguir siendo la norma. No aceptamos el silencio ni el olvido como destino. Exigimos rendición de cuentas, reparación para las víctimas y garantías de no repetición.

Archivo de medios internacionales: Crisis en Nicaragua: al menos un muerto deja la «Marcha de las flores» en Managua

El sufrimiento de las familias, las prisiones arbitrarias, el exilio forzado y el control totalitario son realidades que no pueden seguir ignorándose. Mientras los responsables caminan libres y gobiernan sin freno, las heridas siguen abiertas y la justicia, ausente.