Movimiento Autónomo 18 de Abril

¿Qué fue del movimiento que prometió justicia? Hoy sus colores gritan represión, sangre y luto.

Para muchos nicaragüenses, las banderas rojinegras del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) alguna vez representaron esperanza. Eran los colores de una revolución que juró acabar con la tiranía y construir una Nicaragua justa. Pero con los años —y especialmente en la última década— esos mismos colores han adquirido otro matiz: rojo por la sangre derramada y negro por el luto que cubre nuestra nación.

De símbolo de lucha a marca de muerte

El FSLN, nacido en los años 60, fue protagonista en el derrocamiento de la dictadura somocista en 1979. En aquel momento, millones vieron con esperanza cómo un movimiento popular prometía dignidad para los desposeídos.
Pero lo que siguió fue un lento deterioro democrático, que ha desembocado en un régimen autoritario que reprime, encarcela y silencia.

Desde su retorno al poder en 2007 —y sobre todo desde 2018— los símbolos sandinistas han sido resignificados por la historia reciente:

  • El rojo, que antes evocaba pasión revolucionaria, hoy representa la sangre de los asesinados por exigir libertad. Son jóvenes, madres, campesinos, estudiantes, obreros… silenciados por balas, exilio o prisión.
  • El negro, que quizás simbolizaba la solemnidad de una causa justa, hoy es el color del luto de miles de familias. Luto por los que ya no están, por los que callan por miedo, por una democracia asesinada.

Un País Amordazado

Hablar es un riesgo. Protestar, una condena. Callar, una herida abierta.

El negro en esa bandera también representa el silencio forzado de una nación que vive bajo vigilancia, persecución y censura. En Nicaragua, la libertad ya no es un derecho; es un susurro clandestino. Las elecciones son pantomimas. La oposición está anulada. La prensa libre es perseguida. El miedo lo cubre todo.

Una Bandera Desfigurada

El FSLN se adueñó de los símbolos de la revolución… para traicionar sus principios.

Los mismos colores que enarbolaron la esperanza hoy nos recuerdan la traición. El rojo y negro ya no son un estandarte de lucha, sino un sello de dolor, abuso de poder y represión.
La promesa de liberación se transformó en cadena.

La verdadera bandera de Nicaragua, la azul y blanco, es la que mantiene viva la llama de la resistencia y la esperanza de un futuro donde la libertad y la dignidad prevalezcan sobre la opresión.

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